El 21 de agosto de 2018, comenzaron una serie de paros laborales, huelgas de hambre y boicots en las cárceles de los EE. UU. Entre las 10 demandas del paro penitenciario nacional se encontraban mejoras en las condiciones de vida, el fin de la esclavitud en las cárceles y la restauración del derecho al voto de los presos y ex encarcelados. Los presos sospechosos de participar en la huelga enfrentaron censura y represalias. Ronald Brooks, recluso de la Penitenciaría Estatal de Luisiana, fue trasladado a una instalación a 250 millas de distancia por aparecer en un video de apoyo a la huelga. Le quitaron los privilegios de visitas y comunicación con el exterior por temor a que pudiera radicalizar a otros presos.
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